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Madrid, 16 de diciembre de 2021 - Tiempo de lectura min
España se encuentra en un momento crítico. La visión del Gobierno español sobre las perspectivas de crecimiento económico, combinada con la capacidad de acceder a los fondos de recuperación europeos, ofrecen una oportunidad única para impulsar la transformación digital del país y asentar su competitividad futura. En este contexto, las infraestructuras de telecomunicaciones juegan un papel vital para alcanzar esos objetivos.
Hoy, las operadoras proporcionamos conectividad y servicios esenciales a la sociedad, a las empresas y al gobierno. Y en el futuro, las redes 5G transformarán la industria, así como la forma en la que trabajamos y vivimos. En esta carrera hacia el futuro, los países que adopten esta tecnología más rápido serán los que más se beneficiarán del cambio y de las oportunidades de crecimiento y transformación que generan.
Es esta combinación de la visión del Gobierno a futuro y del rol que deben jugar las telecomunicaciones lo que sitúa al país y a sus principales operadoras en la encrucijada de un nuevo ciclo de inversión en 5G considerablemente más exigente. Precisamente, en un momento en el que en el que la industria no está en disposición de poder realizar las inversiones necesarias. Esto se debe a que en los últimos diez años el sector de las telecomunicaciones ha perdido alrededor de un tercio de sus ingresos en España.
O lo que es lo mismo, una realidad de mercado que provoca que las grandes empresas que invierten en infraestructuras de conectividad en España tengan actualmente una rentabilidad inadecuada o negativa sobre el capital que han invertido. De cara al nuevo ciclo inversor, el círculo vicioso de invertir en redes para afrontar volúmenes cada vez mayores de tráfico y datos –que se han multiplicado por treinta en diez años–, combinado con tendencias deflacionarias, precios a la baja y rentabilidades negativas, es ciertamente insostenible. Las dificultades a las que nos enfrentamos en el sector han sido comentadas abierta y públicamente por Orange y Telefónica, señalando que la fragmentación del mercado es una de las causas importantes de las dificultades por las que estamos atravesando, y nosotros no podemos estar más de acuerdo.
Al mismo tiempo que dábamos la bienvenida a un entorno de mercado vibrante y competitivo, la desafortunada realidad en España es que la excesiva fragmentación ha llevado a la fractura de la industria y a una subescala para obtener rentabilidades adecuadas. Un beneficio a corto plazo en precio para los consumidores españoles, pero con un alto coste muy negativo a medio y largo plazo.
Respuesta proactiva
El Gobierno español, consciente de la difícil situación, ha tomado recientemente algunas medidas correctivas importantes, principalmente asociadas a la tasa de espectro e impuestos. Estas medidas han sido muy bien recibidas, son justas y necesarias, y hay que elogiar esta respuesta proactiva. Pero la dura realidad es que son, por sí solas, insuficientes para cambiar la tendencia. Esta situación en la que se encuentra el sector no es exclusiva de España.
Hace unas semanas, los trece principales operadores europeos, incluidos Vodafone, Telefónica y Orange, se unieron en un manifiesto para exigir un cambio en la política de competencia ante Europa. Pedimos a la Comisión Europea un cambio de regulación que recoja las nuevas circunstancias del sector de las telecomunicaciones y que aborde con urgencia la destrucción acelerada de valor y la pérdida de competitividad de la industria.
Existe la necesidad urgente de impulsar un nuevo enfoque regulatorio que fomente la colaboración entre los actores de la industria, promueva la consolidación en Europa e intramercado, generando la escala precisa para construir las infraestructuras y proporcionar los servicios que Europa necesita. Recientemente, Nick Read, CEO del Grupo Vodafone, señaló que nuestra compañía está abierta a explorar proactivamente todas las oportunidades para añadir valor a nuestros negocios. La consolidación proporcionará a los operadores con suficiente escala la capacidad de mantener un equilibrio saludable en el mercado con los incentivos adecuados para los consumidores, la innovación y la inversión continua en redes e infraestructuras.
Creemos que, en última instancia, la consolidación es inevitable, ya que parece indisolublemente ligada a la competitividad económica y al futuro del país. En definitiva, en Vodafone queremos jugar un rol activo en el proceso de consolidación de las telecomunicaciones en España. El statu quo ya no es una opción.
*Tribuna de Colman Deegan, CEO de Vodafone España, publicada en Expansión.
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